30 Discos
Día 27: Uno con el que te gusta hacer oficio

The necks
Sex
1989

Abrahams, Swanton, Buck; tres apellidos que para muchos seguro no dirán nada pero que para mí, son la santísima trinidad. Era 1996, recién comenzaba una carrera universitaria y estaba muy metido en ese cuento de saber todo lo posible sobre la repetición en la música y entender cómo era posible lograr conmover a las personas con la menor cantidad de información posible. Escuchaba música de todos los sabores y colores y tenía amigos muy diversos que me ayudaban en esa búsqueda. Entre ellos, había uno que sólo escuchaba jazz, de hecho aún tiene un programa por ahí en una emisora de la ciudad dedicado a tan peligroso género. Junto a él, conocí genios de la música como Monk, Shepp, Coltrane etc. Entendí además que el jazz es demasiado amplio y que no todo es tan arriesgado y aburrido como un neófito creería. Así, un día como cualquiera, me encontré con este sujeto en algún parque de la ciudad y entre los discos que nos prestábamos cada semana, él decidió incluir éste. Me dijo que no le gustaba mucho, pero que creía que a mí tal vez me podía llegar por todo ese asunto de la repetición que tanto me estaba atrayendo en la época. De hecho recuerdo que me dijo que si me gustaba me lo podía quedar y casi que inmediatamente, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Con mucha ansiedad llegué a casa a escuchar este disco que me habían obsequiado y me demoré más poniéndolo en el reproductor que en quedarme dormido.

Después de unas semanas decidí darle una segunda oportunidad  a “Sex” y ¡Oh Dios!, la santísima trinidad se había mostrado ante mis ojos. 56 minutos de la más bella y pura repetición. Quedé anodadado ante tal simpleza y belleza y decidi que a partir de ese momento, toda la gente que apreciaba debía conocer tan magna obra. Así ha sido desde entonces, lo comparto cada tanto a uno que otro amigo amante de la música y le digo que la mejor forma para escucharlo es mientras se trapea la casa o se hace alguna actividad mecánica que no requiera mucha mente. Hago esta sugerencia, no porque se trate de un disco aburrido, sino porque no sé qué tan dispuestos pueden estar para 56 minutos de tan hermosas pero sutiles variaciones.