30 Discos
Día 26: Uno para sentarse a beber

Death
Leprosy
1988

Yo, a diferencia de ustedes, no me muero por embriagarme y menos escuchando música parrandera o chucu chucu. A mí tambíen me gustan esas cosas, pero no me siento bien tomando mientras esas bellezas suenan porque para ser sincero, esa es música que prefiero escuchar con los cinco sentidos bien puestos. Por esta razón, para esa misión de sentarme en una sala a emborracharme con los amigos mientras suena buena música, prefiero el metal y el hip-hop. Es de conocimiento público que amo el metal, pero el metal con ganas, porque a mí no es que me mate mucho ese heavy de tres pesos, ni nada que suene a pantalones ajustados, rimel y hermosas cabelleras. Soy fanático del metal extremo y mientras más extremo mejor. Así que para esas sesiones de escucha prefiero géneros como el Death Metal y el Grindcore. Aquí es donde entra “Leprosy”, Metal extremo para gente con agallas, no para niños bien peinados y con monturas sin lente. Melodías que suenan en cualquier oscuro báratro donde haya un sofá, buenos amigos y mucho licor; música infernal escuchada por gente de bien, gente buena que sólo quiere pasar un buen rato. Así que con una copa de aguardiente o de ron en la mano, a mí no me pongan a escuchar al “arruinado” ni “los sabanales”, yo lo que quiero es escuchar “Born dead” o “Primitive ways”.