Foo fighters
Capitol
1995

Esto de reseñar mis discos no lo hago por aparentar cuántos discos tengo o por mostrar ser el más conocedor de todos. Reseñar discos, juegos o alguna que otra película es para mí, un ejercicio que decidí hacer hace muchos años, con el fin de recordar sensaciones producidas y entender, tal vez, el por qué algo me gusta más o menos que otra cosa.

Digo esto porque lo que escribo es algo que hago primero para mí y si otro se aventura a leerlo, es bienvenido, pero no pretendo defenderlo ni justificarlo ante nadie, de la misma forma en que ya no me enfrasco en defender a nada ni a nadie.

Recuerdo haber vivido la desaparición de Nirvana y haberme sentido un poco mal porque el “In Utero” me pareció un disco espectacular. Es uno de esos discos que se hacen sólo una vez en la vida y que no vuelven más. Por eso, esperar ansiosamente el esfuerzo compositivo de Dave Grohl era para mí, algo que debía esperar con gusto pero con mucha paciencia.

Hace 25 años, llegó finalmente ese día, un disco con una pistola de juguete en la portada, de un color no muy agradable, pero que me inquietaba saber qué contenía. 12 cortes con sonidos diversos que tenían algo en común, eran compuestos por Grohl y tenían su voz. Sin embargo, no tenían mucho más que los mantuviera unidos, son temas que se pueden agrupar en pequeños lotes que muestran que es un manojo de canciones compuestas en el transcurso de varios años y que querían tal vez quedarse como lo que Grohl pretendía, hacer parte de un disco sin una banda que las soportara y que además fuera anónimo.

Sin embargo muchas de ellas son grandes canciones. Grohl logró en menos de 6 días, grabar todo el disco y sacar unos cuantos cassettes que se convirtieron luego en el disco que tenía en mis manos. Un pedacito de historia que me animo a reescuchar en mi aniversario 41, un pedacito de historia que me hace sentir nostálgico y querer más mis discos.